Todo artículo de revisión que comienza con una cita de la literatura universal o una referencia histórica capta la atención de los lectores más estudiosos. Hay cierto atractivo, cierto olor a biblioteca de monasterio, que cautiva. Este artículo del Dr. Burke resume los conceptos generales e interpretativos de lo que hoy llamamos con tanta pompa y circunstancia medicina de precisión, pero al fin y al cabo la misma antigua medicina con todas sus incertidumbres que adornan el arte de curar desde los días de Hipócrates.
La patología es la especialidad médica dedicada a explorar el conocimiento de las enfermedades; en cierto modo, todos los médicos tenemos algo de patólogos que se atrofia o florece en diferentes grados, aunque, lamentablemente, el curriculum de la formación médica a relegado la formación de patología solo a la teoría sistemática dejando por fuera la inmersión en medicina diagnóstica y la patología quirúrgica moderna.
Los patólogos estamos llamados a componer esos puentes entre el conocimiento básico de las enfermedades y sus manifestaciones, tanto en lo molecular como en lo anatómico y lo clínico ; navegamos en los vericuetos de la biología y los meandros de la temporalidad, con un sextante óptico y otros artilugios que son parte de ese arcano ignoto para otros colegas. La revisión del Dr. Burke, quién contribuye regularmente en la literatura con sus análisis en cuanto a calidad y seguridad del paciente en la atención del cáncer, presenta un panorama detallado de los conceptos que aplican a la predicción médica y define con agudeza términos como: biomarcador, pronóstico, predicción, subrogados de resultado clínico, riesgo, sensibilidad, especificidad, etc..
En cierto modo, el análisis «anatómico» se presenta como un biomarcador que agrupa otros biomarcadores más elementales, por lo tanto más específicos pero numerosos; punto de vista que ya había leído en una referencia del Dr. Juan Rosai que se me escapa en este momento. La simplicidad con la que los médicos aplicamos estos conceptos alimentan errores de interpretación que confunden el juicio clínico. El uso apropiado de estos biomarcadores forma parte de la maestría del especialista en diagnóstico; que es, a mi modo de ver, necesaria para resolver problemas y escollos en la decisión médica de la cual somos consultores e integradores por excelencia. Es una lectura inusual para los que estamos más acostumbrados al banquete visual que brinda la histopatología; sin embargo, aporta elementos de juicio actualizados para la práctica de la patología moderna.
Jaime Arturo Mejía, MD IFCAP
Instituto de Patología Mejía Jiménez
Cali, Colombia