Carta a un Profesor
Solemos escuchar con frecuencia la frase “ya no los hacen como antes”, “las nuevas generaciones están cansadas” y con ese estigma entran los muchachos a la residencia.
Los tiempos cambian y con ello las sociedades y lo cierto es que vivimos en una época muy difícil, sí cargada de información, pero, ¿toda ella es buena?, la nueva tecnología es de gran ayuda, pero no el exceso de la misma. La información está allí, pero se requiere que alguien nos ayude a procesarla.
Los tiempos en que vivimos a nivel global son difíciles y como siempre ocurre, son mucho más complejos en nuestra Latinoamérica, no es posible disociar el “caos” en el que vive una sociedad del ambiente presente en sus instituciones y con ese ánimo de desesperanza podemos sorprendernos todos. Será entonces que “ya no los hacen como antes” o que tendremos que replantear la frase y afirmar “quedan pocos maestros como los de antes”
Los que nos consideramos profesores de las nuevas generaciones tenemos que ver en el residente el futuro de nuestras especialidades y por ende, invertir en ellos todos nuestros esfuerzos para convertirlos en buenos especialistas. Los residentes no vienen a hacer nuestro trabajo, llegan a aprender, por lo que debemos de romper el círculo vicioso, trabajemos con ellos, uno al lado del otro, contagiémosles el amor a nuestra profesión, el valor de respetar el trabajo y por encima de todo, el privilegio de ser médicos, de esa forma, ellos enseñarán lo que nosotros les inculquemos
El momento más singular de mi residencia fue durante el primer año y en mi primer autopsia cuando tuve la posibilidad de tener entre mis manos un corazón humano, me sentí con la enorme responsabilidad de tratar dicha víscera con el mayor de los respetos y pensé en la frase que alguna vez exclamara el poeta veracruzano, Salvador Díaz Mirón, “un cadáver no es tumba fría, sino prisión desierta”
Es imposible cambiar a una nación, pero es fácil cultivar con amor nuestra pequeña parcela, no podemos sentarnos a ver cómo nuestras autoridades destruyen patrimonios enteros, despertemos a nuestras juventudes, mantengamos una llama encendida .
Dra.Isabel Alvarado Cabrero
Jefa del Servicio de Patología
Hospital de Oncología, Centro Médico Nacional
Siglo XXI, IMSS
Tengo el privilegio de ser maestro de pregrado de Patología en la escuela de medicina en Cd Mendoza, Veracruz, y trato de seguir la línea de mi maestro el Dr Hector Marquez Monter : aprender para entender la enfermedad, dará oportunidad de ser buen médico, y buen tratamiento para aliviar el dolor, y enfermedad, es el aliciente diario que me ha motivado todos estos. Años.
Excelente editorial Dra. Alvarado.
Lo que veo más son «viejas generaciones cansadas» con pocos ánimos y fuerzas para guiar a las nuevas que parecen no encontrar motivación.
Salud por aquellos que como usted dedican gran parte de su trabajo a forjar nuevos profesionales en esta hermosa especialidad.
La Dra. Alvarado, siempre colocando el «dedo en la herida». Y el Dr. Barrañon, le da presión al dedo. Sin duda alguna como patólogos y docentes en la carrera de medicina tenemos una gran responsabilidad. Porque desde ahí empieza lo que menciona la Dra. Alvarado en el inicio de su texto: “ya no los hacen como antes”, “las nuevas generaciones están cansadas”.
Nosotros conocedores de la enfermedad y los estragos que ella provoca, y lo vemos in-situ en la autopsia. Somos los principales promotores para motivar que en muchas aristas de la enfermedad somos «ignorantes» pero capaces de producir interés para que el alumno despierte y se dinamice en entender y comprender lo mucho que falta por tener una sociedad mas proclive a la salud que a la enfermedad.
Como patólogos sabemos algo de epidemiología, de clínica (comportamiento biológico de las enfermedades y su expresión), algo de imagenología, de genética y ahora de biología molecular. Con estos datos podemos integrar un modelo de docencia que no solo motive sino que marque un interés propositivo al deseo de investigar tanto en la clínica como en la investigación básica en los futuros médicos y así quién desean realizar patología sea otra persona con personalidad diferente a lo que menciona la Dra. Alvarado en su primer párrafo.
Como siempre la Dra. Alvarado rescatando el vaso medio lleno, en este casos con los colegas en formación.
Si pudiéramos trasmitirles la pasión por nuestra disciplina, ello junto con una información balanceada con la experiencia real, debiera provocar logros, en aquellas semillas bien dispuestas.