Disfruté mucho el fungir como coordinadora de esta publicación ya que me brindó no tan sólo la oportunidad de hacer una compilación de trabajos científicos con tópicos diversos relacionados con la patología oncológica, pero también de trabajar de cerca con mis colegas y conocer su visión e intereses particulares en este vasto terreno.
En este número, el lector encontrará información acerca de diferentes neoplasias, desde un abordaje clínico-patológico. Considero que en la actualidad, el patólogo no puede tener un ejercicio completo si desconoce el escenario clínico en el cual se desarrolló una neoplasia determinada. La práctica de la patología no se reduce al reconocimiento de patrones morfológicos, ya que en ese sentido seríamos técnicos y no médicos, por lo tanto, nuestro deber es el de actuar como un consultante experto en el diagnóstico del cáncer que deberá proporcionar al médico tratante información suficiente que le ayude a tomar una decisión terapéutica adecuada.
El patólogo tiene diferentes funciones, las cuales incluyen, hacer diagnósticos, ser director de un laboratorio, maestro, investigador y médico forense. La cultura popular ha adoptado esta última actividad como modelo de modo que la mayoría de las personas considera que el patólogo es aquel personaje que sólo realiza autopsias. El desarrollo notable de los métodos terapéuticos ha ocurrido a la par del desarrollo en el conocimiento no tan sólo morfológico sino también molecular de las neoplasias, de modo que el patólogo es también un especialista que estudia a los “pacientes vivos”.
Tanto pacientes como muchos de nuestros colegas clínicos consideran que el diagnóstico de cáncer es una prueba fácil y sencilla que puede hacerse en forma automatizada como es el caso de una biometría hemática, este concepto está muy alejado de la realidad. El diagnóstico patológico de cáncer es una consulta personalizada hecha por un experto en el área. Por lo general, cuando el paciente tiene un nódulo, una “masa”, un proceso difuso o calcificaciones en la mastografía, la hipótesis de trabajo es que el paciente tiene cáncer hasta que no se demuestre lo contrario. Es la responsabilidad del patólogo establecer el diagnóstico de cáncer por medio de el análisis morfológico de dicha lesión y apoyándose cuando el caso lo requiere en técnicas especiales.
Después de que se confirma el diagnóstico de malignidad, todavía existe una larga lista de factores pronósticos/predictivos que deben ser incluidos en el reporte histopatológico, especialmente cuando se trata de un espécimen de resección.
Por lo anterior se comprende, cuán importante es el papel del patólogo principalmente en el terreno de la oncología, esta afirmación no se hace con fines protagónicos, sino que tiene la intención de “redefinir a dicho profesionista”. Uno de los artículos que aquí presentamos se refiere específicamente a este punto, es decir, el replantear la función del patólogo. Se deben de buscar métodos que evalúen en forma apropiada su productividad, que analicen sus procesos, para con ello, brindar los recursos necesarios que éste requiere para el ejercicio adecuado de su práctica.
El ejercicio en el diagnostico y tratamiento del cáncer se extiende desde su prevención o detección temprana por un lado hasta el diagnóstico del mismo, su pronóstico, posibilidad de respuesta a diferentes tratamientos, el seguimiento de los pacientes y los métodos paliativos. El patólogo tiene un papel importante en toda esta ruta crítica.
En la parte de metodología diagnóstica se presenta un artículo que señala las ventajas o desventajas que tiene la biopsia por aspiración en las lesiones mamarias cuando se le compara con las biopsias con aguja de corte. Por otro lado, con respecto a factores pronósticos y/o predictivos se incluye un artículo que analiza un dilema de diagnóstico frecuente en las biopsias de vejiga urinaria, que es la invasión o no de la capa muscular propia, hecho que determinará la mayoría de las veces el efectuar o no una cistectomía radical, en dicho trabajo se sugiere la utilidad de determinados marcadores de inmunohistoquímica que ayudan al patólogo en esta importante disyuntiva diagnóstica.
Un nuevo motivo para re-inventarnos como médicos especialistas en el diagnóstico del cáncer es nuestro papel central en la esfera de las terapias de tipo blanco molecular. Durante años el patólogo ha utilizado los marcadores de inmunohistoquímica como una herramienta que le ayuda a clasificar tumores o para descartar una neoplasia benigna que simula cáncer, pero en la actualidad contamos con nuevos marcadores tales como el CD20, el CD117 y el HER 2/neu que determinan cuál paciente puede responder a terapias muy costosas, como son las terapias de tipo blanco molecular. Nuestras pruebas de inmunohistoquímica son relativamente baratas, sin embargo, son indispensables para decidir el empleo de un medicamento que puede ser muy costoso.
El cáncer de mama es en nuestro país un problema de salud pública, en su reporte el patólogo debe incluir además del diagnóstico meramente morfológico, los resultados de los receptores esteroideos y del HER2/neu, que determinarán el tipo de tratamiento médico que se dará a la paciente. El artículo que aborda el tema de la expresión del HER/neu2 en el cáncer de mama tiene como principal objetivo el señalar la eficacia de la inmunohistoquímica y del CISH en la evaluación de la sobre-expresión de dicho oncogén, este tema tiene gran importancia en nuestro medio, ya que el CISH, empleado para despejar la incógnita de sobre-expresión o no del HER2/neu en aquellos casos con diagnóstico indeterminado (2+) es una técnica sencilla y barata si se le compara con el FISH.
El campo de la oncología molecular debe ser adoptado por el patólogo en un futuro no muy lejano. Mediante estas tecnologías novedosas se pueden identificar individuos o grupos de personas con riesgo para desarrollar cáncer de colon, ovario, endometrio, etc. Así mismo, las pruebas moleculares pueden ayudarnos en el diagnóstico y clasificación de las neoplasias. Así por ejemplo, los estudios moleculares como la evaluación del K-ras en el cáncer de colon puede usarse para predecir cuáles pacientes pueden responder al cetuximab y otras terapias de tipo blanco molecular en enfermedades avanzadas.
Otro de nuestros artículos de revisión se refiere al cáncer de endometrio y a todos los tipos de adenocarcinomas que hoy en día se han descrito, y que pueden separarse en dos grandes grupos, los de bajo y los de alto grado, cada uno de ellos con conductas biológicas diferentes y con vías moleculares de desarrollo peculiares.
Con todo lo anterior, puedo señalar, que ha llegado el tiempo de conceptuar al patólogo como un experto en el diagnóstico del cáncer . Nuestra experiencia en la evaluación de lesiones y la tecnología con la que podemos contar, nos permite actuar en las diferentes fases que implica la prevención, el diagnóstico y tratamiento del cáncer, por tanto, somos una parte integral e indispensable del equipo oncológico, con un papel tan importante como lo es del cirujano, el oncólogo médico o el radiólogo. Como médicos expertos en el diagnóstico del cáncer podemos elevar nuestro perfil ante el público en general y ante nuestros propios colegas clínicos.
Dra.Isabel Alvarado Cabrero
Jefa del Servicio de Patología
Hospital de Oncología, Centro Médico Nacional
Siglo XXI, IMSS
Mandong BM. Diagnostic oncology: role of the pathologist in surgical oncology- a review article. Afr J Med Sci 2009; 38: 81-88
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Excelente comentario Dra Isabel Alvarado estoy de acuerdo con usted… el papel del patologo ha sido y es muy importante sobre todo en el área de la oncologia!!
no podemos seguir en el anonimato y estar únicamente en el área del «sótano»…hay salir y realizar sesiones conjuntas con las especialidades implicadas en los casos , trabajar en equipo para beneficio de nuestros pacientes..
así como dice usted:
Como médicos expertos (que somos) podemos elevar nuestro perfil ante el público en general y ante nuestros propios colegas clínicos y agrego yo : elevar también así la calidad de nuestros hospitales donde laboramos.
saludos