Una rosa es una rosa es una rosa (y el largo silencio)
Nos encontramos sin lugar a dudas en la era molecular. El análisis genético nos proporciona una gran cantidad de información acerca de nuestros pacientes. Los beneficios de dicha información son obvios, pero las desventajas obtenidas son tal vez mayores. ¿Qué hacemos con toda esa nueva información?, ¿qué parte debe analizarse?, ¿qué partes se deben interpretar? y ¿qué parte se debe proporcionar al clínico o al paciente?.
En la evaluación del cáncer, los laboratorios moleculares generan numerosas secuencias de genes a partir de pequeños fragmentos tumorales. Pero, no hay que olvidar que antes de realizar las pruebas se deben plantear varias preguntas: ¿qué genes se deben secuenciar?, ¿qué variantes deben reportarse? y ¿qué se hace con el resto de información que se encuentra? . La mayoría de nosotros, habitantes de Latinoamérica no tenemos que preocuparnos por esos problemas, pues al fin y al cabo no contamos con toda esa tecnología.
El aforismo “Rosa es una rosa es una rosa es una rosa”, fue escrito por Gertrude Stein, el poema hace alusión a los versos de Shakespeare en la obra Romeo y Julieta: la rosa no dejaría de ser rosa, y de esparcir su aroma, aunque se llamase de otro modo.
¿Qué tiene que ver lo anterior con el tema que estamos tratando?, esta pregunta la respondo con otra pregunta, ¿son las alteraciones moleculares presentes en los diversos tipos tumorales diferentes entre latinos y no latinos?, yo creo que no. Un carcinoma mamario intraductal de tipo comedociano tiene el mismo aspecto morfológico en una paciente mexicana, rusa, germana o estadounidense.
Largo ha sido nuestro silencio en la aportación de nueva información a la literatura mundial, numerosos son los motivos, pero de entre ellos destaca el considerar que sin agregar algún dato molecular derivado de un estudio sofisticado, nuestras consideraciones carecen de valor.
Y no nos hemos puesto a pensar en lo principal, ¿porqué una enfermedad como el cáncer de mama que correspondía a países del primer mundo es ya la primer causa de muerte entre nuestras mujeres?, en este punto tenemos que hacer un alto en el camino y pensar, los tumores muestran múltiples mutaciones, sí, eso es obvio, pero qué las dispara.
¿Qué tal si recordamos que algunos órganos se desarrollan gracias a la participación directa de las hormonas, y luego cómo afectan a dicho órgano?, ¿qué comemos?, ¿quién controla a esos magos que transforman animales de pequeños a enormes de un día para el otro?, ¿porqué estas frutas y esas verduras alcanzaron semejantes dimensiones?, la vejez amigos, per se, favorece las mutaciones.
Para investigar las respuestas a las preguntas previas no requerimos de tanta tecnología, tenemos a los enfermos, podemos preguntarles lo que queramos (antecedentes), podemos observar su evolución, seguirlos de cerca y encontrar modelos, patrones,etc.
Empecemos desde el principio, rompamos el silencio, generemos información, ayudemos a nuestras células a defenderse de las mutaciones, antes, mucho antes que se transformen en esa neoplasia indescifrable, recuerda que después de todo una rosa es una rosa es una rosa
Por otro lado, cuando ves lo que somos y lo que representa la vida, solo el silencio es grande, todo lo demás es debilidad
Muy buena editorial Dra. Isabel. Esa serie de preguntas aún no tienen respuestas completas ni parciales ni satisfactorias para el clínico y mucho menos para el paciente, quien se crea en ocasiones falsas expectativas al realizarle ciertos exámenes de alto costo y en muchas ocasiones confusiones y preocupaciones, por ejemplo que hacer con los estudios genéticos en donde se detectan las mutaciones que caracterizan cáncer u otra enfermedad familiar?. Que se le está brindando a estos pacientes después de generarle una eterna preocupación?. será que el seguimiento tranquilizará al paciente. No será mejor que no supiera nada? y así viviría tranquilo el resto de su vida?